Después de haber leído los materiales aportados por el curso (aunque debería hacer la salvedad de que quizás no los he leído todos, ya que los múltiples enlaces a veces los hacen inabordables cabalmente) me quedé pensando en que casi no hay alusión a los diferentes niveles de la enseñanza. La dificultad que afrontamos los docentes de la escuela media, es justamente la falta de profundidad. La rapidez con que se da por concluida una investigación, las preguntas de trabajos prácticos respondidas en cinco renglones, como si cuidaran la cantidad de caracteres? Sin embargo el contacto diario con los alumnos indica que es desigual el uso que hacen de las redes sociales. Muchos no usan Twiter, otros ni siquiera tienen computadoras en su casa.
Emilia Ferreiro en un texto, tan inteligente como irónico, aborda el tema de las nuevas tecnologías de información y comunicación (TICs) desde varias perspectivas, una de ellas es su relación con la escuela y el aprendizaje (para el que quiera ver el texto completo lo podrá encontrar al costado)
Sostiene que la escuela como institución ha sido reacia a incorporar a las prácticas escolares los sucesivos cambios o novedades, ya sean instrumentales, mecánicos o electrónicos, que se produjeron a lo largo del siglo pasado. Por ejemplo menciona las dificultades de los maestros para aceptar el uso de las biromes, calculadoras y hasta las máquinas de escribir que quedaron relegadas y circunscriptas a un espacio específico, a una asignatura particular.
Las TICs, son herramientas semióticas mediadoras de la actividad humana, que requieren de prácticas didácticas específicas para el uso en el ámbito escolar. Señala, que lo importante, es la utilización que se hará de las TICs en la escuela; Si será empleada como herramienta por los docentes guiando a los alumnos, en actividades que promuevan el desarrollo o quedará reservada a la adaptación particular que puedan realizar los niños y con sus familias, siendo un elemento más, que afianzará la desigualdad educativa y social. Con el término “brecha digital” se hace alusión a la desigualdad social en el acceso a las nuevas tecnologías, que requieren de inversión para la adquisición de equipos y acceso a Internet; mientras que algunos niños son “informatizados” desde el nacimiento, otros no pueden ni siquiera, comer todos los días.
Las dificultades económicas no son solo un problema particular, de “clase social”, sino global; en los países en desarrollo o pobres, a diferencia de los países “del primer mundo”, necesitan realizar “un esfuerzo”, generalmente a costa del endeudamiento con organismos internacionales de crédito, para proveer a todas las escuelas públicas con nuevas tecnologías, esfuerzo que promete ser eterno, en tanto la maquinaria y los programas se vuelven obsoletos en pocos años. La pregunta es si los países pobres podrán afrontar el costo que involucra la actualización y renovación.
Entre la posibilidad de los países para proveer las tecnologías en las escuelas y la dificultad de la institución escolar para incorporar las novedades en forma ventajosa, se dirime la cuestión de la “alfabetización digital”. La alfabetización, a secas, implica la democratización en el acceso al conocimiento de la escritura y la lectura, la meta mundial planteada a través de organismos internacionales es, desde hace muchos años, que todos los habitantes del planeta sepan leer y escribir, siendo al día de hoy un objetivo incumplido y pendiente. Leer es una actividad cognitiva compleja que involucra la capacidad de poder operar sobre el texto, pensar, analizar sobre las ideas que transmiten y ser capaz, luego, de producir un texto con contenido, también, transmisible.
El lector crítico es la meta de la alfabetización, las TICs son herramientas que podrán o no colaborar con este propósito. Emilia Ferreiro considera que no tiene sentido hablar de alfabetización digital sino del uso instrumental que se hará para abordar este objetivo pendiente, que involucra a gobiernos, el desarrollo económico-social de los países, la institución educativa y sus prácticas.